Las historias… Ayer noche, mi fuero interno empezó a debatirse a sí mismo qué son las historias. Seguro que más de uno se lo ha preguntado. Todos tenemos algo que contar. Cada uno su propia historia. Pero, ¿por qué todo el mundo no lo hace? ¿Acaso hay gente a la que se le otorga la capacidad de volcar sus pensamientos más profundos en algo tan simple como un trozo de papel, dejándolo así inmortalizado? Yo creo que no. Las historias son solo una manera de expresar.
Una pintura tiernamente plasmada con colores de fuego sobre un lienzo en blanco para muchos, que se convierte en la cuna de una maravillosa serie de harmoniosas combinaciones de acuarelas. Una melodía apenas susurrada por quien sabe arrancar las precisas notas del calmado viento, capaz de convertirse en la más poderosa arma. Pues la música puede mover grandes masas y modificar los sentimientos de quien la escucha a placer del autor. Un pedazo de arcilla que ha tomado forma bajo las cuidadosas manos de un artista. Son estas diferentes formas de inmortalizar. Pero a la vez, cada una representa una historia y ninguna se asemeja a otra.
Y si nos aventuramos a intentar comprender estas historias descubriremos que jamás conseguiremos entenderlas en su totalidad. El único ser capaz de vivir de nuevo ese recuerdo plasmado en lo material es su creador. Aun así, todos podemos llegar a entender parcialmente ese recuerdo, ese sentimiento que nos es ajeno pues no lo hemos sentido como nuestro, y a la vez tan fácilmente reconocible, ya que todos somos humanos y capaces de sentir. Es muy probable que sean estos sentimientos los que muevan al artista a realizar su obra. Amor, odio, amistad, enfado, envidia, desesperación, entendimiento… La lista es infinita.
Pero aún no hemos resuelto la pregunta. ¿Qué son las historias? Probablemente solo pueda hablar por mí, las verdaderas historias son las que guardan una alma de tinta plasmada por el alma del autor sobre un cuerpo de papel, que asimismo como un ser humano, cobra vida y voluntad propia, y entra con sigilo en sus lectores, provocando sensaciones que guardan bajo su manto de inmortalidad y cuidado. Para mí, las grandes historias son las que no se borran. Las grandes historias son las que de verdad perduran para siempre.