El cambio climático

La expresión cambio climático para referirse al aumento de temperaturas que ha sufrido la Tierra durante el siglo XX es muy inexacta, puesto que una de las características de nuestro clima es que está en un cambio constante. Como ejemplos tenemos la subida de la temperatura media del período Oldest Dryass, hace doce mil años, la bajada de temperaturas del período Younger Dryass, hace ocho mil años, la subide del Óptimo medieval, sobre el siglo XIII o la Pequeña Edad de Hielo a partir del siglo XVI. Lo realmente importante del cambio climático actual es que la actividad humana podría ser el origen de este fenómeno. Para ser más exacto, habría que designarlo como cambio climático antrópico o antropogénico.
Para comprender este aumento de temperaturas, hay que comprender primero cómo funciona la atmósfera.

Si la atmósfera no tuviera ningún mecanismo de retención del calor que proviene del Sol, la temperatura de la Tierra sería unos treinta grados más fría. Los gases que retienen este calor son los llamados gases "de invernadero". Entre ellos está el vapor de agua, el dióxido de carbono, el metano, el dióxido de nitrógeno, etc. Estos gases están presentes de forma natural en la atmósfera y son vitales para la vida en nuestro planeta. El proceso sería el siguiente: sólo una parte de la luz del sol llega a la superficie terrestre, el resto es reflejada por las nubes, por la nieve o el hielo (efecto albedo). La luz que llega a la superficie terrestre es absorvida y emitida en forma de radiación infrarroja. Los gases de efecto invernadero son los encargados de reemitir esta tipo de radiación hacia la superficie terrestre evitando que esta energía se pierda totalmente en el espacio y manteniendo una estabilidad en las temperaturas.
Desde la industrialización, y por diferentes métodos, el ser humano ha aumentado la proporción de gases de efecto invernadero existentes en la atmósfera. Los procesos industriales, los motores de los vehículos, aviones, etc. emiten a la atmósfera dióxido de carbono, metano, clorofluorocarbonos, haciendo más efectivo este proceso. Cuantos más gases de efecto invernadero, más cantidad de radiación infrarroja es devuelta hacia la superficie terrestre, por lo que la temperatura terrestre aumenta. Se calcula que en el siglo XX, la temperatura media del planeta ha aumentado 0.6 ºC. Este aumento de las temperaturas puede provocar situaciones imprevistas como el deshielo de los casquetes polares, deshielo de glaciares, con el consiguiente aumento de las aguas de mares y océanos, mayor variabilidad en los fenómenos atmosféricos, pérdida de biodiversidad, etc.

Bueno, hasta aquí, es conocido. La prensa, la radio, la televisión han difundido la teoría del cambio climático en innumerables ocasiones, en algunos casos con poca fortuna y de forma alarmista. Lo que no es tan conocido es que el aumento de temperaturas puede traer consigo a medio o largo plazo un enfriamiento climático. El clima es un sistema caótico que pocas veces se comporta de forma lineal y que depende de muchísimos factores.
Hace relativamente poco tiempo que se estudia el comportamiento de las corrientes marítimas. Gran parte de científicos están de acuerdo que uno de los sistemas más importantes de regulación climática son las corrientes marinas. Una de ellas, la corriente del golfo, es importantísima para el clima europeo.
Esta corriente transporta el calor del trópico hacia el norte. Su efectividad depende del equilibrio entre agua dulce y salada. A través de la corriente del golfo, el agua caliente de los trópicos se traslada hacia el polo norte. Aproximadamente a la altura de Islandia el agua, debido a su mayor salinidad, se hunde y libera el calor necesario que contribuye a que el norte de Europa sea más calido que lo que le corresponde por latitud. Ahora bien, el derretimiento de los polos podría afectar a la salinidad de las aguas superficiales, impidiendo que la corriente pueda llegar hasta los puntos actuales de hundimiento. Según algunos expertos, esto podría provocar un enfriamiento, aunque hay que recordar que la corriente del golfo es uno de los factores responsables del clima europeo, aunque no el único.